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Enoturismo de lujo en el sur de Francia: Domaine Riberach

Hay sitios con los que tienes un flechazo, aunque sólo hayas podido pasar ahí unos minutos. Eso mismo me pasó al visitar el Domaine Riberach y su hotel

Terraza Domaine Riberach
Foto: Domaine Riberach

Fue una visita rápida, no nos dio tiempo a más en nuestro viaje por el departamento de Pirineos Orientales, la Cataluña del Norte, en el sur de Francia. Cuatro días muy intensos que dieron para una parada en el pequeño pueblo de Bélesta. Con el mar a 40 km y poco más de 200 habitantes, la tranquilidad aquí es la reina incluso en verano. El pueblo en sí, sin ser de los más bonitos de la zona, tiene su encanto, con sus callejuelas, su castillo medieval y sus vistas al Canigó, la montaña sagrada para los catalanes. Pero lo que me enamoró fue justamente el Domaine Riberach, por su historia y su atractivo único.

El Domaine Riberach

Una cooperativa vitivinícola de principios del siglo XX casi abandonada. Eso es lo que se encontraron los arquitectos Luc Richard, de Bélesta, y Karin Pühringer, su mujer alemana. Un reto estupendo para unos arquitectos, ¿no? Compraron la propiedad y, junto con cuatro amigos de Luc, entre ellos un enólogo y un sumiller, montaron una nueva pequeña empresa vitivinícola, un hotel boutique y un restaurante gastronómico acorde al estilo “slow-food”.

Vinedos Domaine Riberach
Foto: Domaine Riberach

Mientras Luc y Karin restauraban el edificio dándole unos toques modernos con un gusto único, sus compañeros creaban unos vinos con unos nombres muy originales: Thèse, Antithèse, Hypothèse y Synthèse –tesis, antitesis, hipotesis y sintesis–. Las uvas utilizadas serían de las más típicas de la zona de Roussillon: garnacha, syrah, cariñena y macabeo.

Si, como nosotros, no tenéis la oportunidad de quedaros en el hotel, podéis visitar la tienda de vinos con más de 200 referencias, entre las producidas por el propio Domaine Riberach y las de otros viticultores locales que producen vinos ecológicos. También encontraréis otros productos locales como aceites de oliva, miel, azafrán, patés, sal, cosméticos naturales

El hotel boutique

No pudimos quedarnos pero sí pudimos visitar algunas de las habitaciones del hotel –sólo hay 18: 2 dobles, 7 junior suites y 2 familiares–. Todas las dobles y las junior suites se encuentran donde antiguamente reposaba el vino en los toneles y están decoradas con materiales naturales que recuerdan diferentes zonas del mundo, desde cortinas japonesas a muebles de bambú –los dueños, además de ser arquitectos, son amantes de los viajes y trotamundos–. Me asomé un momento por una de las pequeñas terrazas de las suites con vistas a los viñedos y a la zona de piscinas y, como no, me entraron ganas de quedarme allí en contemplación…

Junior suite Domaine Riberach
Foto: Domaine Riberach

Ah, por supuesto en cada habitación hay una botella de vino que espera a los huéspedes, ¿cómo no?

El restaurante La Coopérative, con una estrella Michelin

Uno de los espacios más originales es el que está dedicado al comedor del restaurante y que se encuentra en el centro del edificio, donde solían estar las prensas. Un espacio conectado con el jardín a través de una ventana gigantesca, de más de siete metros de largo.

Restaurante La Cooperative Domaine Riberach
Foto: Domaine Riberach

La decoración es espectacular, doy fe, pero la comida del chef Laurent Lemal debe de estar deliciosa. No en vano, tiene una estrella Michelin. “Moderna, creativa, mediterránea y gourmet”, así se describe la cocina del restaurante del hotel, llamado La Coopérative, en la guía por antonomasia de la gastronomía. Una razón más para volver, ¿no?

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